La Leónidas N°1: Vida y pasión de Pedro Icazzeta, anarquista (Pablo Grasso)

                                                 –Usted es republicano.
–Republicano, sí; pero esta palabra no define nada.
 Res publica significa cosa pública... 
También los reyes son republicanos.
–Entonces, ¿es usted demócrata?
–No.
–¡Vaya! ¿No será usted monárquico?
–No.
–¿Constitucionalista?
–¡Dios me libre!
–¿Aristócrata, acaso?
–De ningún modo.
[…]
–¿Qué es, pues, usted?
–Soy anarquista.
                              Proudhon

Un tal

Frente al mar, el desierto. Es casi, casi tan fácil como atiborrarse de caviar en septiembre. Ser de una levedad pasmosa (la cosa misma) el coso: intolerable. Ser gaviota, gavilán, hornero. Sacar y poner el cuerpo gris del ayer tan porfiado; ser ya –pero- sin usura: inmaculado. Oscuro de vanidades obsoletas, sin rumbo declarable ni tarifa fija. Esa energía interior, ese grito áspero, guardarlos. ¡Gran vida! Atesorar la plenitud total de la masmédula como si de repente oscureciera en todas partes y del mismo modo. Con palabras justas, indiferentes: SUBRAYABLES. Con total delicadeza algo naufraga (bisagra del Hombre Nuevo, amanerado...) y tranquilo va hacia el futuro. (¿O yéndose, va, ido?) Sacar ese algo hundido y errante del piélago mayor, archimboldesco, de los tensos años por venir.

¡El holandés, Comandante! (¿Qué dice? ¿Por qué? ¿Para qué?) Poner, verbigracia: Que otra cosa sería pasarse el día entero (¡pasionaria al fin!) discutiendo con la madre -la Legítima, la Única; la Innombrable- sobre la naturaleza intrincada de la realidad, propiciando así y de manera indirecta, la feroz artesanía del palimpsesto (la del pico y la pala; la del estacionario confort en la ceguera). Sacar. Etcétera. Poner. Etcétera. […] De ahí que contribuyamos con el voto, la sedición o la total[1] indiferencia, al advenimiento global del Mal Menor.

(letra muerta) (obviamente) El Mal Menor o la desvergüenza de caminar lento, lentísimo, con las medias  manchadas de barro por las inmediaciones del camposanto.[2]
           
(Poner.)


¿Pedro Icazzeta?

  

Allí [en el Cementerio] descansan personajes que fueron clave para la historia de la provincia […]. Es el caso de don Hilario Cuadros, del Gaucho Cubillos […] o del primer fusilado de Mendoza, que fue el anarquista Pedro           
                     
  (Los Andes, martes 19 de octubre de 20**.)




La realidad queda muda y como desaliñada ante tanto desparpajo. Otra vez la percepción se enquista y, aturdida, adolece. (A esto -entonces- se llega solito y tras mucho errar por la huella.) Como escrito en el agua, mercenaria estupidez, as de pique del olfato: la historia histeriquea sus mejores momentos (¿habrás siempre de acabar afuera?).
           
¿Un ANARQUISTA? ¿Un anarquista nada menos que en Mendoza? ¿Y encima fusilado, el primero, por orden de la omnipresente Justicia? Curiosamente y como quien no quiere la cosa, el dato es correcto: sí, fue fusilado, y sí, está enterrado en algún ignoto lugar del cementerio de la Capital. ¡Por favor, no diga pavadas! Mire, es tan verdadero como que esta tierra que usted y yo pisamos está, ay, baldía.[3]

(Que la patria es grande
y mi jardín, pequeño...)

Lo que se rumorea, ese bolo insufrible, la mayoría de las veces suele ser cierto y una vez que entra el gusano –caído del malecón troyano, of course- en el circuito de referencias, se inmoviliza, puro basalto. ¡Otra que Maitreya dormido!
...................................................................................................................................................................
¿Pero qué se le perdió al tal Icazzeta? ¿El Mal Menor? ¿La desvergüenza? ¿O quedó un poco loco con eso de la búsqueda frenética del sentido? (Lo sé, lo sabemos: Wittgenstein: el límite de mi lenguaje, etc.¿O fueron los grumos negros, indelebles, del campo? ¿La sumida tarde gris aguada en el croquis mental del austríaco?) […] Suele pasarle hasta al más pintado; el que juega con fuego se quema. (Se envenena.) Cocido o crudo, en el fuego estuvo. (Léase: La antorcha & La Protesta.) Campo abandonado, fuego proclamado.

Y a propósito de la realidad: es de una belleza escandalosa, clásica y a la vez convulsa, ¿no cree usted? Porque si lo pensamos un poco y llevamos (en reversa), con rigor y algo de malsana curiosidad en el corazón, ese pensar a un plano, no sé, más dialéctico... ¿Qué le parece? En otras palabras, si preguntásemos dónde esconde, flor escarchada de un día, sus secretos la realidad.[4] (¿A quiénes, héroes o malandras, hijos de qué espuria caterva, interpela con sus eternos caprichos?) Se lo digo en términos más sencillos, como si estuviésemos en  horario central a puro rating o nada: Icazzeta fue fusilado como un perro, ergo: murió como un perro. Y ahí está el asunto, ahí (la realidad): existió, murió (punto)


Lo que (escribió) C.  Ferrer

> … 
> Icazzeta era medio trolo, sí... Anarquista algo funámbulo y de armas tomar… No sé mucho de su vida por esos lados, pero estaba relacionado con ciertos grupos expropiadores. Figuras como las de Miguel Arcángel Roscigna, Juan Antonio Morán y Gino Gatti fueron una especie de brújula en sus comienzos. Y no nos olvidemos también del sacado de [Severino] Di Giovanni. Asaltaban bancos y comercios de ramos generales, y como en un western alucinógeno[5], creían estar haciendo la revolución, su revolución 
>          
> Mientras, el poder los perseguía “por el campo y la ciudad” (http://www.youtube.com/watch?v=sUajIzjb5Og). Fueron años bastantes duros para ellos. No sé, a mí me parece que quiso hacer las cosas de una forma y terminó creyéndose su propia historia. Un poco como nos pasa a todos, ¿no? 


El bandidaje[6]

 Aquel que no tiene con qué vivir no debe ni reconocer ni respetar la propiedad de los otros, ya que los principios del contrato social han sido violados en su contra.
                         Johann Gottlieb Fichte


Fue en el 2003 o 2004; me acuerdo porque en ese momento estaba leyendo el librito de Ferrer, Cabezas de Tormenta. ¿Lo leíste?... La hermana de un conocido había estado investigando sobre los muertos “célebres” que están enterrados en el cementerio de la Capital. Creo que era para la facultad y, mientras conversábamos, justo saltó el nombre de Icazzeta. También debo acordarme porque por esos días tuve una reunión de mierda en un descampado. […] Sí, fue en una casucha que habían levantado en un terreno ocupado, cerca del Lencinas. Se trataba de establecer contacto con agrupaciones cercanas a la nuestra…La verdad es que me parecieron unos anarquistas de cartón, falsos, porque lo único que querían hacer era curtirse a un par de minitas que andaban por ahí haciendo bulto. Eso sí, no eran malos muchachos…

                                                                               (De una conversación con G.S.)                                                             


Inundado de pavor real, el Cronista ha encallado. (Una ballena) con obsesiones y repleto hasta el hartazgo, y en plena “euforia política”[7], de ganas (de deseos fortuitos/partydarios) de revolcarse en sus propias inmundicias. ¿Qué hace entonces? ¿Qué puede hacer? Comienza a escribir una crónica y luego se va por ahí lo más campante, con el rostro rebosante de satisfacción por la tarea realizada. Es la moral del trabajo, se dice, y lo asimila a tal punto de tatuárselo -al gusano del Mal Menor, a los grumos negros del austríaco- en preciosos caracteres góticos sobre el antebrazo izquierdo.

Una porquería[8]

Catorce y treinta horas. Porque nadie escapa: ni el (punko) convaleciente pausado de porvenir que vende precarios fanzines en sórdidos festivales de barrio, ni dios (que ya no existe) ni el papa (que existe cada vez menos, como el Cuco[9]) ni el estoico visionario de Krotopkine pueden soslayar las tretas castrantes de la fatalidad. (Habrás siempre... Que la patria es grande, afuera...) Siempre apretados los hombres[10] (¿el dios? ¿el papa? ¿el anarquista?) por el turbio engranaje de los Tiempos Modernos. Subrayar. (Anotar.) Alienándose a gusto como si quisieran batir un record (de espaldas, de rodillas; abriendo la boca, agachándose [ensotandos]) sobre la mesa de disección. Pizarnik go home!
                
(La escena se funde en una panorámica pampeana; un hombre de largas barbas o Gran Croto camina lento [mi viejo] sobre las vías del tren; lleva en una bolsa de arpillera sus únicas pertenencias: libros de Bakunin, Malatesta y la Carta Gaucha.[11] Avanza hasta llegar a una encrucijada, luego se dirige a un tocón que sobresale entre la vegetación achaparrada y deposita con suavidad los libros. Fundido nuevamente: otro viejo, esta vez totalmente calvo, se acerca al tocón, saca los libros, etc., y así hasta el extremo del film.) 
       
*** 
Inundado de pavor real, estoy -Mi lucha. En la hora violeta (violenta) de las definiciones, no duermo, no cojo (yo conmigo, yo sin mí). Ni empastillado, ni. El lago de los cisnes, según Heidegger, no es otra cosa que una versión desprestigiada de la biblia. Poner. Sacar. Mejor, imposible. Cartel, huellas, procesos: Leonardo Favio de la mano de un enano (padre de tres criaturas y un conejo); circo (de Moscú. ¿Circa?) Abro el relato. Cierro el. Fui a la verdulería, compré (cianuro) camote. Y (sentí placer). Por la noche respiro, en ancas de una pastilla o un trago, me da igual; (amiga) ahíto de tinta y porcelana china, que. (Por) nunca. Ojalá que; y una –UNA- remera, quemada de tan asumida, de The Clash. […] Anotar (que es expropiar a mansalva con un tramontina de brillo auténtico.) San Martín y Godoy Cruz, oficina. Caracol –cerráme- el. Sin firuletes, asumir la responsabilidad del extravío. Ventanal (hora cero); vertical y con las pupilas oscuras vacías, como buen y saludable hijo del pueblo. ¡Evviva l’anarchia! Estoy -además- ágrafo, que dios y la matria[12] me perdonen. […] ¡No me traigáis más rompehuelgas, queréis! Tanta agonía para nada. Mejor muerto que enterrado. ¿Vivo? A veces. Ojos tibe(tanos) en negras cabecitas orillan el umbral del Sentido; contate algo lineal, puto… Es el famoso choque de civilizaciones. ¡Hayaya!       


Hinchado pie
No era apuesto. Era más bien delgado, con la cara alargada y chata, con esa cara del laburante que anda silencioso y como sumido en sus pensamientos. No se le conocían vicios, y si los tenía, eran como los de cualquiera. Era anarquista, sí, pero no era un santo ni mucho menos; es más: a veces miraba con verdadera desconfianza a esos compañeros suyos que se erigían en perfectos predicadores de la Idea, puro discurso moral y hambre. A él le gustaba echarse de vez en cuando un buen trago y no le fueron ajenos los puteros de la Cuarta. (¿Si era puto? Bueno, eso no lo sé.) Me parece que él llegó al Movimiento más por lógica que por algún tipo de revelación política. Tenía muy pocas lecturas y a la mayoría de los clásicos del anarquismo sólo los conocía de oídas. Cuando se metió con las expropiaciones algo dentro de él se quebró: debe haberse dado cuenta que, sin buscarlo ni quererlo, casi accidentalmente, en algún momento del trayecto había cruzado una frontera invisible. Comprendió que regresar al otro lado era imposible. Estaba marcado.[13]
                      
          
Para deshacerme entre gallos (y gemidos); medianoche. Astuto subí peinando la lata hasta la punta del cerro. De un calambre el tamaño del buzón.

–Ahora bajáme, cerro colorao, que chilla el viento allá en el llano.

(Anotar, repetir: hard-boiled.) Por proyectar una imagen dislocada, falsa y ¿revisionista? de Icazzeta, me llueven floripondios y. Lobos (quietos, sumisos: cactáceos) como de historieta noruega (¿o fue en Alta Gracia donde/ Barón Biza se/?) Cuadro de situación (cuadrada). […] ¡¡¡A fondo blanco!!! ¡A!... Polución mediante, se abrieron las fronteras, respiraron al fin sus napas digresivas del vivir. Volvió estéril la vida a mancillar con su retintín salvaje la pendeja inmediatez de la espera. Que no estoy solo, piedad. (Ni soy hombre aún.) Entonces. Voy a serruchar el espejo para dejarte el mejor de los lados; por las dudas aspirá con cuidado, no sea que esta vez te llevés mi sombra.

Son (cosas) que pasan.


 La pasión (primera parte)
I

¡Ah, si la libertad está de acuerdo con la moral, debe existir en la cuestión del amor […]! Este matrimonio no es más que una violencia pública preparada en una orgía.[14]



A pesar de lo dicho por Ferrer me consta  
de que no era puto. Hay pruebas, muchas; tenga usted
la...
seguridad...
Plin, plan, plaf: C.N.T. (oriflamas).
Aprenderemos a boxear con las
sombras peripuestas de los mártires.
Cae de punta, como un puázo, un chuzo sin sentido.
Óxido que habrás de mamar, chiquito.
El esperma manó ligero.
¡Oh, Ligeia!

(Que acabe yo, sin más trucos.)

Y vino la cueca, la larga luego de.
La bomba como de azabache y en líquido
elemento. Una extravagancia.
Ahora, ¿que cómo lo sé?
Bueno, ¿pero cómo sabe Ferrer
que Icazzeta era manfloro?
Digo yo, ¿cómo lo sabe?
(No tiene cómo.)
No.
Pero ahí donde faltan (las) pruebas documentales, 
donde brillan por su ausencia los hechos
objetivos, entra en escena
la Imaginación,
diosa terrible.  
(Digamos que) Icazetta vivió
monótonamente 
las horas mohosas de los resignados. 
Un pedazo de tarde mansa.
(Un agujero.)
Y entonces,
como en un culebrón vespertino,
apareció en escena Fraternidad López.
Animosa mocita de veintitantos años,
pies pequeños de ciervo,
mirada tranquila
y firme. ¡Y qué tetas!
Esas noches el ácrata las pasó en el paraíso.
(Otros órganos de circulación interna,
como roedores quedaron ocultos a criterio
de la penumbra:
Icazetta, verga en mano, cubriéndose de horror...) 
-Fraternidad...
-Sí, Pedro. 
(Silencio) (¡¿Qué?!) 
-Yo espero, Pedro. 
Ilusión del comienzo que se deshilacha.
...
En la sin luz (espera).


II
Fraternidad López estuvo presente hasta el momento del fusilamiento. Cuentan quienes la vieron que no derramó una sola lágrima por la muerte de su hombre y que, bajo una lluvia de abril leve y persistente, se marchó para no volver.

III
El autor de esta crónica se excusa por adelantado de la siguiente infidencia: en los últimos días y cuando estaba por finilizar su investigación, llegaron a sus manos de manera anónima una serie de documentos asombrosos. Entre los más importantes se encuentra la carta de despedida dirigida a Fraternidad y un panfleto, uno entre los muchos que escribió a lo largo de su vertiginosa vida, Pedro Icazzeta. Los adjuntamos para que el lector tenga suficientes elementos de juicio. 


Carta de Pedro Icazzeta a Fraternidad López[15] 

Mi buena y dulce compañera,

Necesito que sepas que en este momento tan triste para mí y con las horas contadas de vida que me quedan, tú estás conmigo ahora. Hace frío y la comida es malísima, y estos perros ¡ni siquiera se apiadan de un condenado a muerte! Pero yo te tengo a ti y sé, porque los has demostrado con creces en el pasado, que estarás hasta el final, hasta el minuto fatal en que la bala asesina del Verdugo penetre mi carne doliente. No nos hemos equivocado, son ellos con su moral y sus leyes los que se están aniquilando a sí mismos.

Llegará el día en el que la Idea[16] prenda en todos los corazones generosos, en que la tierra no reconozca más fronteras ni más ley común que la del amor, la solidaridad y la igualdad entre los hombres.
            
No tengo mucho tiempo, decile a Chano que me perdone y que hice todo lo que estaba a mi alcance, y a los compañeros deciles, nada, ellos saben bien lo que tienen que hacer a partir de ahora.

Amor, no llores ni pidas por mí, yo ya estoy muerto. Recordame por lo que fuimos y construimos juntos. Te quiere por siempre,     
 
                                tu  
                       P.  

Panfleto de Ernesto de Errandonea (seudónimo de P. Icazzati)


AL PUEBLO[17]
SOBRE LA NECESIDAD DE LA DESTRUCCIÓN
DEL ESTADO

El Estado no es un enemigo por razones de gusto, afinidad moral o antipatía ideológica. Lo es en tanto[…][18]de poder fundamental que garantiza nuestro sometimiento al trabajo asalariado, que permite y defiende la destrucción de la naturaleza en pos de la producción económica y garantiza la guerra como método de reorganización económica y de control social.[…][19] enemigo, no porque quienes detentan el poder sean malas personas o estén motivados por ciegas ambiciones; es nuestro enemigo porque organiza y ordena el sometimiento de nuestras vidas en armonía con el Capital ¡porque es el gobierno del Capital!

Como dice Alejandro Herzen, “los anarquistas hemos sido llamados a ser lo verdugos del pasado, a perseguirlo, a ajusticiarlo, a golpearlo bajo todas sus máscaras, a sacrificarlo e inmolarlo en nombre del porvenir”.

Podemos triturar la prepotencia de todos ellos bajo el martillo furioso de nuestra ira, quebrarla y aplastarla con el alud alocado de nuestra rebelión.

Martillemos los muros[…][20], al grito ronco de la palabra ¡acción!

Elevemos con todas las fuerzas de nuestros seres la llama ilustre de la fe, la luz intocable del Ideal y la Virtud revolucionaria. 




La pasión (segunda parte) 

Equeco 

Durmió mal, doblado, en la celda olorosa. Le dolían los intestinos. Entraban y salían, los dolores. Como escapados. Pero el cuerpo, cuando funciona, enarbola, sintetizándolas, sus necesidades: quiere comer, quiere coger, quiere cagar. Es así. Para eso nacieron, crecieron y fructificaron las instituciones.

-Tengo los dedos rotos. 
-Sí; eso parece.
-Hace frío.
-Ajá, hace…
-¿Cuándo me vas llevar?
- Qué se yo cuándo; quedate quieto.
-…
- Che… 
-… 
-Te estoy hablando.
-Mmmm.
-Está buena la gringuita... Decime: ¿Te la cojés? ¿Cómo te la cojés? ¿No eras puto vos? Dale, decime…
           
(Y el prisionero fue a parar de una patada al rincón.)

          
Seguro









No es el Gólgota, el 3D es innecesario.


Seguramente en cada uno de nosotros hay más de una madre que nos cuida del Mal Menor. (¡Serás sonso, ché...!) Ahogándose en el Cuerpo del Hijo Amado, Madre recoge sus cenizas y las echa en la olla. Lo que queda, esa humedad implícita, no llega a ser ni grasa 'e chancho. Mero polvito nomás. Esta es, decimos, la carga de los siglos que endereza hacia el llano y se pianta como un caballo chúcaro. Las patas son un peligro y el relincho queda rígido como una extraña flor de hielo colgando de lo alto.

Y el juguito que escuece entre las piernas al ver tanta hermosura...

Volviendo. A Icazetta lo mató el Estado, lo mató como a un perro. La bala entró en su carne abriendo una brecha angosta (un pasillo) y lo dejó como a un trapo sucio derramado sobre el paredón. Nada de accidental hubo en su muerte, nada de aleatorio. El mismo eligió –el portazo final- de qué manera irse. Construyó con artesanal destreza un significante (su muerte, su destino) intuyendo que el tiempo, como en un lento y persistente proceso geológico, iría agregando capas y capas de significado. Su muerte fue un hecho cargado de futuro, es decir, un hecho con un sentido y una dirección (y una particular lógica) sólo susceptibles de ser palpados muchos años después[21], cuando nadie se acordara de lo ocurrido.

Pongamos, diosa tremenda, que hacía frío y que la tarde se achataba en el horizonte. Largos desgarrones en las nubes color plomo anticipaban tormenta. Una mosca revolóteaba como en día de fiesta. Hasta los perros menos avispados buscaban refugio entre los troncos apilados al borde del camino. Un linyera con cara de pocos amigos meaba tranquilo sobre la tapia de la prisión. Regresaba la muchacha de grandes ojos marrones con las piernas (abiertas) de emoción. Todos girando y girando indiferentes[22] sobre la superficie del planeta muerto. 

-Un membrillo.

Frente al batallón de fusilamiento, el anarquista Icazzati debió sentir una profunda paz. (¿Recordó, en la tarde remota, a su padre? ¿Conoció el hielo?)  O todo lo contrario, vida puerca, (vida) puta: se comía, el varón de deshilachadas pilchas, las uñas hasta sangrar. Un río, una línea de cálida sangre anegaba el terraplén como si fuera una espesa mancha de petróleo. (Cuentan que uno de los soldados que tenía el deber de disparar se las ingenió para armar un barquito y fondearlo[23], no sin cierta solemnidad, en aquel precioso charco.)

Lux que ilumina, fogata y convento.


Salud proletarios 
no ser más               la burguesía,
                  suspensa 
Iguales              iguales deberes
tenga              la sociedad,
…..........................................
vivan              en fraternidad.
            no más    
el opresor 
                   al capital,
….......................................
Acracia al fin
    jardín           será.

Pueblo             ¡Luchar!
Pueblo viril 
                                                                                                                                    

                                                                                                                              Otoño de 2011


[1]  y chota
[2] En uno de sus ensayos, Peter Weiss relata una visita al campo de concentración de Auschwitz. En realidad, define su excursión (de puro regusto ranqueleano) como el ingreso a una Ciudad Total. Camina entonces por largas y solitarias avenidas cubiertas de nieve, captando el cambio de la luz solar durante el transcurso de la tarde. Weiss, pintor de larga y provechosa formación, figura díscola de la literatura austríaca, va revelándonos el lugar punto por punto, línea tras línea, plasmando así (esencialmente) la esencia real del campo. (Los nódulos negros, Sulamita, ¿se borrarán con el tiempo?)
[3] Baldía, sí, y el Rey pescador (Eliot en bragas) furioso e impotente; el reino, el vacío total de su existencia –un robo.
[4] ¿En qué entresijos y bajo qué esotéricas combinaciones?
[5] ¿Acaso Jodorowsky no filmó “El topo”, película que para este cronista se inscribe indiscutiblemente en los anales de las más retorcidas creaciones postcastañedeanas?
[6] La expropiación fue un fenómeno que se dio dentro de la corriente del anarquismo individualista, también llamado por la prensa burguesa “banditismo” o “anarcobanditismo”, para designar las acciones que llevaban a cabo una serie de anarquistas en Latinoamérica y Europa, cuya principal actividad insurgente era la de robar o atracar bancos y casinos para financiar actividades libertarias. Esta corriente comienza a finales del siglo XIX con las operaciones expropiadoras del francés Alexander Marius Jacob y su agrupación conocida como los “Trabajadores de la Noche” para luego ser retomada en la década del veinte por ácratas como Miguel Arcángel Rosigna, Severino Di Giovanni, Buenaventura Durruti, entre otros. La expropiación no es una ideología, ni tampoco es un presupuesto ideológico necesario para un anarquista, es una forma de actuar y de combatir al estado* […] fue una estrategia insurreccional aplicada sobre todo en Argentina durante la década del '20 antes de la llegada del déspota de Uriburu. (Fragmento extraído y modificado de "SAMIZDAT", publicación redactada por Rodolfo Montes de Oca en algún mes del año 2006.)
*"Es un método poético de transacción –Heliogábalo- con la realidad inmediata. Es en ese intercambio en donde el (poeta) anarquista potencia su vocación por los extremos, haciendo suyo el vendaval lírico del acontecer diario. Y goza (tranquilamente) en el légamo nutricio de su Noche Obscura." (Carlos Salomé)
[7] Una situación traumática. ¿Es el despertar actual de lo político (D.A.P.) el re-nacer de algo que se creía definitivamente muerto? ¿O aún quedan activos los gusanos del pasado atroz zigzagueando sobre la piel afeitada de la nación? Cronista se interroga y cae de pie -una debilidad más- por pura cortesía: “indiscutiblemente” gorila (goriláceo) llegó demasiado tarde para la repartija de denominaciones. Por suerte: sobran los dedos (y las manos en alto floreando airosas esos dedos ¿en V?) para darle entidad, como si fuera un lúgubre fantasmón buscando encarnar en el cuerpo de una Identidad Posible.
[8] que Osvaldo Bayer –seguro- no leerá. (Al otro sencillamente lo plagio.)
[9] Debo esta humorada a un raro gesto intertextual de P. Arabena.
[10] (el himen + el ano = himenano
[11] Hablemos de (Foster Wallace) langostas. Cuánta precisión invertida en permitir(nos) la pulsión animal de las citas: el mal (menor) del grado cero.  (En el fondo todo es cita). Carta gaucha, la. Escrita por Juan Crusao (pseudónimo de Luis Woollands) en 1928, en ella se planteaba la toma de la tierra por parte de los gauchos y una revolución que aboliese finalmente el Estado y el sistema capitalista. (El sargento Cruz, cual Lázaro furibundo, resucita quince años después y logra por fin dar con Martín Fierro. Juntos, como la pareja arquetípica del ser nacional que son, se lanzan a hacer su revolución a base de amor, mate, galleta y puchero.)
[12] Aparte (Sábato) acaba de morir.
[13] Hago microficción (de escribir se ocupan otros).
[14] Texto publicado en la antología El amor libre: la revolución sexual de los anarquistas. Buenos Aires: Rodolfo Alonso Editor, 1973.
[15]  Sin fecha.
[16]  Porque el sol de la Cuestión Social/ Ya ilumina el cerebro de los pueblos,/ Destruye la ignorancia universal,/ Y la mujer edúcase en los templos…/ Pero en los templos del saber i la ciencia,/ Donde impera el dios de la Virtud,/ Donde vive la razón en la conciencia/ Tan pura i libre como el cielo azul;/ Allí donde la igualdad radiante/ Se alza en el trono de bendito Amor/ Cobijando como madre amante/ Los nobles hijos de su corazón/ ¡obreras del mundo! Ya la luz/ que irradie el pensamiento humano/ empieza a destrozar el yugo i la cruz/ que llevamos en los hombros tantos años/ Hijos del trabajo […]. Acudid presurosos al combate/ A destrozar al Rei de la maldad. (Poema aparecido en 1901 en el periódico anarquista chileno El ácrata, su autora es Clara Rosa G. Se mantiene la ortografía original.)
[17] “La miopía del enemigo ha creído ver en el operativo la presencia de especialistas extranjeros y el uso de instrumentos ultramodernos. El agujero en la caja fuerte del tesoro fue practicado por un obrero metalúrgico, con un vulgar soplete de acetileno. Esto demuestra que todas las medidas de seguridad impuestas por la burguesía se vuelven vulnerables frente a la participación del ingenio popular.” Comunicado Cinematográfico del ERP, Nº2: Banco Nacional de Desarrollo (B y N). Duración original, desconocida.
[18] Ilegible en el original.
[19] Ídem.
[20] Ídem. (Sobre los “huecos” imprescindibles para quien escribe esta crónica :::::::::::::::::::::: esta es la marca del tramontina que la hermana [Clitemnestra] del autor dejó sobre el mantel de hule un clamoroso mediodía de enero. Le da lecciones de poética, su hermana, marcándole el rumbo.)
[21] Estoy, con perdón, que me chupo el culo (como) cuando militaba.
[22] Otra vez el asunto del Mal Menor, ¿cuándo acabará? Abro la puerta del armario (cerrado) y lo que queda es una extraña (mancha abierta) conjunción en el aire. Es la dictadura de las cosas simples, la adrenalina heroica de creer o reventar. Cuando abro el armario, no sé cuando dejarlo.
[23] Llegados a este punto y sin saber a ciencia cierta hacia dónde apuntan los dardos (La Leónidas será una leonera o perecerá en el intento), habrá que preguntarse sobre la necesidad de seguir rescatando del olvido esta trágica historia. Las fuerzas para buscar el hecho soterrado, la manchita de esperma oculta bajo la sombra ¿total? del fusilado (mandrágora cuyana), acaso se encuentren en la misma Idea que vertebró la vida y pasión del pouvre Icazzati.